Día 625, sábado
Era mucho menor de lo que Takeshi había imaginado. Era alto y tenía el pelo abultado en la cabeza. De contextura gruesa, piernas largas y zapatillas All Star rojas. Caminaba por el campamento junto a Raily como si fuera la primera vez que estuviera por ahí. A diferencia de todos los demás en la Asociación, el Presidente llevaba un jean oscuro, una chompa azul y unos lentes de sol negros. Tal vez ahí radica su poder, pensó Takeshi Kusunoki. Todos los pequeños títeres vestidos de blanco lo seguían como groupies. El asunto resultaba muy pintoresco entonces. El Presidente Gonzalo realmente materializaba el fervor de un pueblo. Pero a los ojos de Takeshi, el Presidente no era lo que decía ser. Era un fraude. Un engaño. Tal vez por eso, cuando cruzaron miradas, Gonzalo, oculto tras sus anteojos oscuros, notó la semilla de la duda escondida en las pupilas del joven Takeshi. Por eso le dio la mano. Por eso mismo, también, Takeshi le ofreció una sonrisa inerte, casi automática. El pueblo hacía bulla. Vitoreaban a su Presidente. Era él quien los salvaría. Era él quién arreglaría sus vidas. ¡Gonzalo, Gonzalo, Gonzalo!, gritaban todos. Fervor político y admiración. El Presidente se acercó un poco más a Takeshi y le preguntó, despidiendo un aliento matizado por el alcohol: "Eres nuevo aquí, ¿no es cierto?". Takeshi asintió. "¿Cómo te llamas?". Takeshi Kusunoki, le respondió. Raily lo introdujo como el encargado de los archivos y documentos del campamento. El presidente asintió satisfecho. La multitud se dirigió apresuradamente a la carpa central, donde el Presidente, con lentes de sol y aliento a alcohol, con jean oscuro y chompa azul, con pelo largo y seborrea, daría un pequeño discurso. Sobra decir que Takeshi estaba impresionado. Aquel tipo era realmente un rock star. Era Haya de la Torre reloaded. Cuando por fin estuvo frente a su multitud desordenada, el Presidente Gonzalo se aclaró un poco la garganta para soltar el mismo discurso de hacía cinco años.